es el primer proyecto de la asociación Agrupación Abierta, Plataforma Cultural. Se trata de un proyecto experimental de exposición itinerante en el cual el trabajo de curador, de artista y de mediador cultural, se confunden constantemente en cada una de las muestras.
Originalmente el proyecto se constituyó como una muestra de pintura. La selección de los trabajos fue hecha sobre la restricción de un formato de 14 cm x 24 cm. La convocatoria fue lanzada a los artistas porteños, entendiendo por esto último: todo aquel quien, sin importar su origen o nacionalidad, viva y trabaje en el puerto de Valparaíso de Chile a partir de una mirada estética. La muestra definitiva fue compuesta de 18 pinturas de 10 artistas. Estas fueron expuestos en diversas ciudades de América Latina y Europa.
El desplazamiento de los trabajos fue, en gran medida, la parte más dura y al mismo tiempo la más hermosa del proyecto. La comisión de caminantes, un grupo errático de 6 personas entre los que se contaban artistas-curadores y fotógrafos, no paró de separarse a lo largo del camino. El desplazamiento fue hecho, en muchas ocasiones, sobre la base de recursos muy limitados, dando paso a anécdotas increíbles que pueden apreciarse a lo largo de los incontables pots disponibles en el blog de esta página. Este último es un hilo que permite reconstruir las aventuras y el cronograma de las distintas exposiciones hechas a lo largo del continente.
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De carácter más bien performático, cada una de las muestras se desarrolló en adecuación al lugar y el contexto escogido bajo ciertos principios compartidos por el grupo. Estos principios podrían resumirse, básicamente, como el deseo de exponer en todo espacio a disposición, lo que incluía, entre otros, la toma de los espacios públicos. En este sentido, muchas de las muestras fueron hechas en el camino mismo, en las calles de América, compartiendo nuestro cotidiano. Se trató sobre todo, de establecer espacios en los que convergieron miradas de distintos artistas de variadas disciplinas a lo largo del continente.
Siendo de base una muestra de pintura, los factores recientemente evocados hacen que este primer proyecto sea una exposición extremadamente problemática, llena de virtudes y defectos. Sin embargo, volverse sobre los problemas teórico-prácticos de una exposición como Valparaíso Caminante solo pondría más obstáculos en el camino. Por increíble que pueda parecer, hacer la vista gorda de estas limitaciones parecería la forma más acertada para continuar. Parece más productivo, y en cierta medida, más interesante, hacer del recuerdo de los incontables paisajes de nuestro recorrido, una mirada presente. Hacer de las huellas que esta odisea ha podido dejarnos, una memoria originaria.
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